martes, 18 de octubre de 2016

Aguante la ficción - Guillermo Pardini

En el año 2002, en plena ceremonia de entrega de los Premios Martin Fierro 2001, la actriz María del Carmen Valenzuela lanzaría un grito de guerra que quedaría inmortalizado: “Aguante la ficción, carajo..!!” fue la expresión utilizada y servía para definir un momento en el cual los actores no pasaban por su mejor momento laboral, en la mal llamada caja boba, como consecuencia del avance desenfrenado de un nuevo formato que había llegado para quedarse.

El reality show desembarcaba en la televisión argentina, como esa gran novedad que es suceso en todo el mundo. Gran Hermano tuvo una llegada triunfal el 10 de marzo de 2001 en Telefé, y nos transformó en el primer país latinoamericano en producirlo. Por esas paradojas el destino, la conductora de las galas resulto ser otra actriz, Soledad Silveyra, que también inmortalizaría otra frase un tanto absurda en ese contexto “Adelante mis valientes..!!”.

Después llegaron otros formatos como El Bar, Expedición Robinson, Fort Boyard, Confianza Ciega, el bizarro Reality Reality… y la ficción…? …bien gracias.

Mas baratos de producir que las tiras diarias y ni hablar de los unitarios, este formato corría con la ventaja de generar programas satélites que se ocupaban del tema, y hasta señales que mostraran las 24 horas lo que hacían sus protagonistas, algo increíble pero cierto.

Hoy, más de 10 años después, la historia para contar es bastante distinta. Si bien es una carrera de largo aliento, la ficción parece ser la ganadora en esta pulseada contra los realities.

Actualmente resulta difícil concebir un reality (de cualquier tipo) sin la colaboración de guionistas que ayuden a desarrollar una trama mas “interesante” para el telespectador, sin necesidad de ajustarse a los canones tradicionales de un guión, pero con permanente y activa participación. Podrán ponerles diferentes nombres como asesores, orientadores o lo que se les ocurra, y no volcar sus ideas a un papel como se haría tradicionalmente, pero su mano se nota en algunos casos más sutil que en otros.

El recientemente llegado “¿Quién quiere casarse con mi hijo?”, es un claro ejemplo de esta asociación, que encima no empezó precisamente con el pie derecho. El Observatorio de la Discriminación en Radio y TV lo denunció, entre otras cosas porque “reproduce estereotipos de género que descalifican y degradan la imagen de las mujeres, ubicándolas sólo como objeto de deseo para ser compradas y/o como consumidoras exclusivas de determinados servicios económicos que son ofrecidos por un varón“.  Pero ese no parece ser su único problema. Las mediciones no son del todo favorables y pasó de dos emisiones semanales, a una los sábados a las 23:30. Algo así como un viaje a Siberia, sin pasaje de vuelta.

Este programa es una adaptación de “Who wants to marry my son?” y muy parecido a otro bastante más conocido por estos lado “The Bachelor” .

Pero volviendo a los “libretos”, la sobreactuación de los protagonistas ante las diferentes situaciones supuestamente “naturales” dejan muy en evidencia los hilos de un guión que no termina siendo real para un reality .

Aguante la ficción, pero no tanto…porque se supone que esto debería ser algo parecido a la realidad, a lo que pasa en la vida real. Pero parece que eso puede ser muy aburrido para la tele de hoy.

Guillermo Pardini

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