domingo, 23 de octubre de 2016

Guillermo Pardini - El fin(al) de las ideologías

Para ser sincero no tenía muchas ganas de ir. Ninguna en realidad.
Era viernes a la noche, demasiado tarde para mi gusto.
Después de una semana intensa, el rock & roll en mi vida sólo pasa por los CDs.
Llegar resultó mas fácil de lo que esperaba, con el 3G funcionando el Google Maps no falla.
Ya en el ascensor me di cuenta que no iba a ser una trasnoche fácil para mi. Una pareja joven, mezcla de punk y wachiturro, hablaba en un idioma que me recordaba lejanamente al Castellano. Su destino era el mismo que el mío: el SUM.
Cuando la puerta del ascensor se abrió, sentí como si se hubieran abierto las puertas de mismo Infierno ante mi. Respiré hondo y salí detrás de los novios.
La música latina saturaba los bafles, los gritos y un persistente olor a Patty quemado me trajeron malos recuerdos.
Así, como de la nada, apareció Richard con una enorme sonrisa. Me abrazó y sobreactuando la situación me dijo :
- ¡ Qué grata sorpresa !. Gracias por venir.
- No podía fallarte - le respondí, mientras lo y me puteaba por lo bajo.
- Vení que quiero que conozcas a mi tía, es fanática tuya - Me gritó mientras me agarraba del brazo.
Mientras íbamos para la zona de los sillones, hicimos una escala en al barra. El barman, un hobbit escapado de un cuento de Tolkien, me miró con desprecio cuando le pedí un Fernet con Coca Light. Seguramente el estaba para cosas mayores, pero yo no.
Faltando dos metros para llegar al destino, pensé en algo lindo y dibujé la mejor sonrisa que pude en mi cara.
Ahí estaban, en circulo, como en una especie de Aquelarre. Empecé a saludarlas una por una, repitiendo sistemáticamente mi nombre y tratando de recordar el de ellas...
Un nuevo fracaso en mi historial. Sólo pude retener el nombre de la primera, Marisol.
Después de una serie de frases de cortesía, llego la pregunta tan temida.
- ¿Es cierto que en el medio son todas atorrantas? - Preguntó sin inmutarse la tía de Richard.
Apuré un trago como para generar un poco de suspenso y buscar algo gracioso para decir. No hizo falta. La tetona de vestido rojo se anticipó a cualquier respuesta.
- ¿Y a vos que te parece? ¡Por supuesto que son unas trolas.!
Iba a corregirlas, pero la rubia con brackets entró en escena.
- Antes esto no pasaba. Había más moral, ahora todo se fue a la mierda- desbarrancó.
En medio de un griterío digno de un gallinero, la rubia siguió con lo suyo.
- Antes, la mujeres se desnudaban con propósitos más nobles, más altruistas - tiró la oxigenada.
- Por ejemplo - continuó su explicación ante la atenta mirada del petit aquelarre - Lara Bernasconi se desnudó por la Paz Mundial, Nicole Neumann lo hizo por los Animales y la utilización de sus pieles, Evangelina Carrozzo por la contaminación que las papeleras uruguayas iban a generar... Y ahora ¿qué pasa? Te encontrás con que ya se desnudan por cualquier cosa... Son todas ligeritas de ropa - sentenció con una sonrisa que dejó ver de lleno los brackets.
- ¡ Tiene razón ! - grito la tía de Richard
- ¡ Es cierto, es cierto ! - tomó la palabra la tetona de vestido rojo - Sin ir más lejos, los otros días se desnudó esta chica.... ¿cómo es que se llama?....la que tiene nombre de supermercado mayorista....
- ¡ Macro ! - grito alguien de atrás.
- ¡ Carrefour ! - arriesgó un desubicado
- No, no...otro.. otro - dijo pensativa, hasta que se exaltó - ¡ Diarco ! ¡ Mariana Diarco...!! yo sabía que me iba acordar. Bueno, esta chica, se desnudó en el Obelisco, solamente para que la dejen entrar al Bailando de Tinelli. ¿Dónde quedaron los ideales, eh?
- Tenés razón - dijo la tetona de rojo - Es el final de las ideologías, como decía el japonés ese... Fukushima. -
- Fukuyama -corregí. Y lamentablemente agregué sobrador- es Francis Fukuyama y nació en Chicago -
Para qué, la tetona se puso más roja que su vestido.
- ¡ Es Fukushima y es japonés..!!. Yo me tragué todo el libro, de pe a pa - me gritó enfurecida.
Entendí que no era el momento para polemizar. Asentí con la cabeza y ante el primer descuido empecé a recular, como para desaparecer lentamente entre la multitud que se había congregado para escuchar la "charla animada". Era hora de irse.
Busqué la salida y mientras esperaba el ascensor sentí su mirada. Me di vuelta y lo vi. Era el Loco Richard que me observaba intrigado. Hice una pequeña reverencia con la cabeza y le sonreí. Fue entonces cuando las puertas se abrieron delante de mi y entré como abducido.  Apreté PB y respiré aliviado.
Mi cama se me apareció en la cabeza y no tuve que esforzarme para disfrutar de mi sonrisa.

Buenas noches